Es la historia de un hombre que esta condenado
a vivir siglo tras siglo una vida “aparentemente” sin final. Es la historia del
Judío Errante.
“¿Ha
oído hablar de Jesús de Nazaret? Imagino que sí. Bueno, pues yo lo conocí”.
Mil años después del nacimiento de
Cristo,
surgió una leyenda nacida en la imaginación de los cristianos de ese tiempo.
Como ya lo hemos dicho es una leyenda; sin embargo contiene un simbolismo tan
profundo, que todo el mundo la aceptó como verdadera y, cada cierto lapso de
tiempo es revivida por poetas y escritores. La leyenda es la siguiente:
Su historia cuenta que en tiempos de Jesucristo, poco tiempo para ser crucificado, hubo un
hombre que trabajaba para Pilatos como portero de sus calabozos. Este hombre
respondía al nombre de Catafilo, quien con un golpe empujo a Jesús para
apresurarlo en camino a su misma crucifixión. Tras este brutal golpe, Jesús le
dijo lo siguiente: “El Hijo del Hombre se va; pero tu aguardarás su venida”.
Desde ese día Catafilo es conocido como el Judío Errante, condenado a vivir
hasta que el Señor Jesucristo regrese en su segunda venida.
Se han contado distintas versiones, por lo que algunos suponen que hay
más de un Judío Errante en este mundo, ya que de hecho se han conocido tres
diferentes historias con casi las mismas características.
¿Quién
es el Judío Errante?, ¿Cual es su leyenda?, ¿ Existió realmente?
Cuenta
Mateo de París que en su tiempo, allá por el año 1229, viajaba por Inglaterra
un arzobispo armenio, que llevaba cartas comendaticias del Papa para que le
enseñasen todas la reliquias y los monumentos religiosos de aquel pueblo.
Preguntado por los personajes más distinguidos en virtud, ciencia y posición
acerca del Judío Errante, el Prelado contestó que estaba en Armenia; y uno de
los familiares aseguró que era el portero de la casa de Pilato, llamado Catafilo,
que viendo que los judíos arrastraban a Jesús fuera del Pretorio, le dio un
puñetazo en la espalda, para arrojarle más pronto de allí. Jesús le dijo
entonces:“El Hijo del Hombre se va; pero tu aguardarás su venida”. Catáfilo
se convirtió al cristianismo, y fue bautizado por Ananías, que le dio el nombre
de Joseph. Vive aún y cuando llega a la edad de cien años cae enfermo, en una
especie de deliquio, durante el cual rejuvenece y se vuelve a la edad de
treinta años que tenía a la muerte de Jesús.
Otro
de los familiares del Arzobispo armenio afirmaba que su señor conocía al Judío
Errante, con el cual había comido poco tiempo antes de salir del país; que
respondía con mucha gravedad y sin reírse a cuantas preguntas se le hacían
sobre hechos de la antigüedad; por ejemplo, acerca de la resurrección de los
muertos que salieron de sus sepulcros cuando Cristo fue crucificado, sobre la
vida de los Apóstoles y de otros Santos. Estaba en un continuo sobresalto,
esperando de un momento la venida del Mesías en el día del juicio, porque
entonces es cuando él debe morir. El crimen que cometió, arrojando a Jesucristo
del Pretorio, le hacía temblar; sin embargo, esperaba el perdón, porque pecó
por ignorancia.
Fray Benito
Jerónimo Feijoo en sus cartas eruditas y curiosas, nos cuenta como Jacobo
Basnage, autor protestante, en su obra “Historia de los judíos” cuenta hasta
tres Judíos Errantes. El primero más antiguo , llamado Samer, en pena de
haber fundido el becerro en tiempos de Moisés. Otro llamado Catafilo, el
portero de Pilatos, anteriormente mencionado. Y por último el siguiente:
En
Hamburgo apareció el Judío Errante en el año 1547. Era de edad como de
cincuenta años, de elevada estatura y larga cabellera, que le caía sobre la
espalda; vestía modestamente y andaba descalzo, aún en el rigor del invierno.
De este modo se presentó en la
Catedral de Hamburgo un domingo de aquel año, durante los
oficios, y se puso a escuchar al orador con atención y recogimiento ejemplares.
El obispo de Sleswig, Pablo de Eizen, le preguntó que quién era, y respondió
que judío, por nombre Asuero (Ahseverús), zapatero de profesión, que
había sido testigo de la crucifixión de Cristo, desde cuya época andaba
errante. Decía que había conocido a los Apóstoles, y contaba con admirable
precisión y oportunidad todas las revoluciones acaecidas en la serie de siglos
de su larga existencia. Cuando Jesús marchaba al Calvario, cargado con la cruz,
quiso descansar un poco delante de la tienda de Asuero, el cual rechazando a
Jesús con violencia brutal, “Fuera de aquí”, le dijo, a lo que repuso
Jesús: “No descansaré en este lugar; pero tú no cesarás de andar hasta el
último día”. “En castigo de mi insolvencia, añadía, marcho de esta
suerte por el mundo sin detenerme en parte alguna”.
Según
el citado obispo, aquel judío observaba una conducta ejemplar, hablaba poco, y
sólo cuando se le preguntaba. Si se pronunciaba ante el nombre de Jesús,
inclinaba profundamente la cabeza y se daba golpes de pecho; y si oía
juramentos o blasfemias, suspiraba desde el fondo del corazón y exclamaba: “¡Cuan
desgraciado eres, vilisima criatura! Si hubieses visto lo que yo he visto, y
que de suplicios y dolores ha costado tú salud a tú Salvador, antes sufrirías
mil muertes que blasfemar de su santo nombre”. Cuando se le invitaba a
comer, comía y bebía muy parcamente; si se le ofrecía dinero, sólo aceptaba
ocho sueldos (la tradición sostiene que este personaje no posee nunca más de
cinco monedas de cobre de que disponer a la vez, pero que encuentra siempre
esta mezquina suma en su bolsillo), que distribuía entre los pobres, diciendo
que aquel que Dios cuida de nada tiene necesidad. Jamás reía, y siempre hablaba
la lengua del país en que se hallaba. Muchos personajes de diversos puntos del
globo, distinguidos por su virtud, ciencia y posición, atestiguaban haberle
visto en España, Polonia, en Rusia, en Alemania, en Suecia, en Inglaterra,
Escocia, etc.
Ahora con estas versiones, destacamos lo siguiente...
Que la
versión oriental de la leyenda es la de Mateo de París, extendida por este
monje de San Albano, en Inglaterra durante el siglo XIII. Aquí el Judío Errante
es llamado “ Catafilo” o Cartaphilus y es el Portero de Poncio Pilatos.
La
versión de Occidente, le da el nombre de Ahseverus o Ahsevero o Asuero
y dice que éste ejercía el oficio de zapatero en Jerusalén.
LO CIERTO DE ESTO ES...
Si bien, Cristo no condena a nadie, y mucho menos
de esa forma como la leyenda cuenta. De ser así, ¿no habría condenado a todos
los que participaron en su crucifixión? Además de que Él llego aquí para
redimir y no para condenar. Ya que abordo esto, quizás la leyenda surge de un
modo figurado para los judíos.
Es decir, es
cierto que desde aquellos
días "alguien" anda errante por todas las naciones, esperando la
vuelta del Señor. Ese alguien es el pueblo judío. No es una sola persona, es
todo el pueblo judío, que pidió que la sangre de Cristo cayera sobre ellos y
sobre sus hijos. Es verdaderamente milagrosa la supervivencia de este pueblo
que, a través de los siglos ha sido diezmado y matado en masa.
Sólo Adolfo Hitler, el dictador alemán, asesinó a más de
seis millones durante la
Segunda Guerra Mundial. Sin embargo Israel sigue vivo y va
por todo el mundo, conservando su lengua, su ley, y sin revolverse con las
demás razas. Muchos piensan que desde 1948 en que de nuevo fue creado el estado
de Israel por las Naciones Unidas, terminó el peregrinar de los judíos, pero
eso no es cierto. Sólo en la ciudad de Nueva York hay más de tres millones de
judíos, mientras en todo el territorio de Israel apenas se cuentan dos
millones.
Pero sí es cierto que un día terminará su eterno peregrinar.
Dice la profecía que cuando Israel, el pueblo judío se convierta a Cristo, es
decir reconozcan a Jesucristo como el Mesías, el Hijo de Dios, entonces vendrá
el fin. Antes de la venida de Cristo sucederá este asunto portentoso, y sólo
entonces, el judío errante, el pueblo judío dejará de correr por todos los
caminos de la tierra.
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