sábado, 17 de diciembre de 2011

La Leyenda del Judio Errante


Es la historia de un hombre que esta condenado a vivir siglo tras siglo una vida “aparentemente” sin final. Es la historia del Judío Errante. 
“¿Ha oído hablar de Jesús de Nazaret? Imagino que sí. Bueno, pues yo lo conocí”.
  
Mil años después del nacimiento de Cristo, surgió una leyenda nacida en la imaginación de los cristianos de ese tiempo. Como ya lo hemos dicho es una leyenda; sin embargo contiene un simbolismo tan profundo, que todo el mundo la aceptó como verdadera y, cada cierto lapso de tiempo es revivida por poetas y escritores. La leyenda es la siguiente:

Su historia cuenta que en tiempos de Jesucristo, poco tiempo para ser crucificado, hubo un hombre que trabajaba para Pilatos como portero de sus calabozos. Este hombre respondía al nombre de Catafilo, quien con un golpe empujo a Jesús para apresurarlo en camino a su misma crucifixión. Tras este brutal golpe, Jesús le dijo lo siguiente: “El Hijo del Hombre se va; pero tu aguardarás su venida”.

Desde ese día Catafilo es conocido como el Judío Errante, condenado a vivir hasta que el Señor Jesucristo regrese en su segunda venida.
Se han contado distintas versiones, por lo que algunos suponen que hay más de un Judío Errante en este mundo, ya que de hecho se han conocido tres diferentes historias con casi las mismas características.

¿Quién es el Judío Errante?, ¿Cual es su leyenda?, ¿ Existió realmente?
 Cuenta Mateo de París que en su tiempo, allá por el año 1229, viajaba por Inglaterra un arzobispo armenio, que llevaba cartas comendaticias del Papa para que le enseñasen todas la reliquias y los monumentos religiosos de aquel pueblo. Preguntado por los personajes más distinguidos en virtud, ciencia y posición acerca del Judío Errante, el Prelado contestó que estaba en Armenia; y uno de los familiares aseguró que era el portero de la casa de Pilato, llamado Catafilo, que viendo que los judíos arrastraban a Jesús fuera del Pretorio, le dio un puñetazo en la espalda, para arrojarle más pronto de allí. Jesús le dijo entonces:“El Hijo del Hombre se va; pero tu aguardarás su venida”. Catáfilo se convirtió al cristianismo, y fue bautizado por Ananías, que le dio el nombre de Joseph. Vive aún y cuando llega a la edad de cien años cae enfermo, en una especie de deliquio, durante el cual rejuvenece y se vuelve a la edad de treinta años que tenía a la muerte de Jesús.

Otro de los familiares del Arzobispo armenio afirmaba que su señor conocía al Judío Errante, con el cual había comido poco tiempo antes de salir del país; que respondía con mucha gravedad y sin reírse a cuantas preguntas se le hacían sobre hechos de la antigüedad; por ejemplo, acerca de la resurrección de los muertos que salieron de sus sepulcros cuando Cristo fue crucificado, sobre la vida de los Apóstoles y de otros Santos. Estaba en un continuo sobresalto, esperando de un momento la venida del Mesías en el día del juicio, porque entonces es cuando él debe morir. El crimen que cometió, arrojando a Jesucristo del Pretorio, le hacía temblar; sin embargo, esperaba el perdón, porque pecó por ignorancia.
Fray Benito Jerónimo Feijoo en sus cartas eruditas y curiosas, nos cuenta como Jacobo Basnage, autor protestante, en su obra “Historia de los judíos” cuenta hasta tres Judíos Errantes. El primero más antiguo , llamado Samer, en pena de haber fundido el becerro en tiempos de Moisés. Otro llamado Catafilo, el portero de Pilatos, anteriormente mencionado. Y por último el siguiente:

En Hamburgo apareció el Judío Errante en el año 1547. Era de edad como de cincuenta años, de elevada estatura y larga cabellera, que le caía sobre la espalda; vestía modestamente y andaba descalzo, aún en el rigor del invierno. De este modo se presentó en la Catedral de Hamburgo un domingo de aquel año, durante los oficios, y se puso a escuchar al orador con atención y recogimiento ejemplares. El obispo de Sleswig, Pablo de Eizen, le preguntó que quién era, y respondió que judío, por nombre Asuero (Ahseverús), zapatero de profesión, que había sido testigo de la crucifixión de Cristo, desde cuya época andaba errante. Decía que había conocido a los Apóstoles, y contaba con admirable precisión y oportunidad todas las revoluciones acaecidas en la serie de siglos de su larga existencia. Cuando Jesús marchaba al Calvario, cargado con la cruz, quiso descansar un poco delante de la tienda de Asuero, el cual rechazando a Jesús con violencia brutal, “Fuera de aquí”, le dijo, a lo que repuso Jesús: “No descansaré en este lugar; pero tú no cesarás de andar hasta el último día”. “En castigo de mi insolvencia, añadía, marcho de esta suerte por el mundo sin detenerme en parte alguna”.

Según el citado obispo, aquel judío observaba una conducta ejemplar, hablaba poco, y sólo cuando se le preguntaba. Si se pronunciaba ante el nombre de Jesús, inclinaba profundamente la cabeza y se daba golpes de pecho; y si oía juramentos o blasfemias, suspiraba desde el fondo del corazón y exclamaba: “¡Cuan desgraciado eres, vilisima criatura! Si hubieses visto lo que yo he visto, y que de suplicios y dolores ha costado tú salud a tú Salvador, antes sufrirías mil muertes que blasfemar de su santo nombre”. Cuando se le invitaba a comer, comía y bebía muy parcamente; si se le ofrecía dinero, sólo aceptaba ocho sueldos (la tradición sostiene que este personaje no posee nunca más de cinco monedas de cobre de que disponer a la vez, pero que encuentra siempre esta mezquina suma en su bolsillo), que distribuía entre los pobres, diciendo que aquel que Dios cuida de nada tiene necesidad. Jamás reía, y siempre hablaba la lengua del país en que se hallaba. Muchos personajes de diversos puntos del globo, distinguidos por su virtud, ciencia y posición, atestiguaban haberle visto en España, Polonia, en Rusia, en Alemania, en Suecia, en Inglaterra, Escocia, etc.

Ahora con estas versiones, destacamos lo siguiente...
Que la versión oriental de la leyenda es la de Mateo de París, extendida por este monje de San Albano, en Inglaterra durante el siglo XIII. Aquí el Judío Errante es llamado “ Catafilo” o Cartaphilus y es el Portero de Poncio Pilatos.
La versión de Occidente, le da el nombre de Ahseverus o Ahsevero o Asuero y dice que éste ejercía el oficio de zapatero en Jerusalén.

LO CIERTO DE ESTO ES... 
Si bien, Cristo no condena a nadie, y mucho menos de esa forma como la leyenda cuenta. De ser así, ¿no habría condenado a todos los que participaron en su crucifixión? Además de que Él llego aquí para redimir y no para condenar. Ya que abordo esto, quizás la leyenda surge de un modo figurado para los judíos. 
Es decir, es cierto que desde aquellos días "alguien" anda errante por todas las naciones, esperando la vuelta del Señor. Ese alguien es el pueblo judío. No es una sola persona, es todo el pueblo judío, que pidió que la sangre de Cristo cayera sobre ellos y sobre sus hijos. Es verdaderamente milagrosa la supervivencia de este pueblo que, a través de los siglos ha sido diezmado y matado en masa.
Sólo Adolfo Hitler, el dictador alemán, asesinó a más de seis millones durante la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo Israel sigue vivo y va por todo el mundo, conservando su lengua, su ley, y sin revolverse con las demás razas. Muchos piensan que desde 1948 en que de nuevo fue creado el estado de Israel por las Naciones Unidas, terminó el peregrinar de los judíos, pero eso no es cierto. Sólo en la ciudad de Nueva York hay más de tres millones de judíos, mientras en todo el territorio de Israel apenas se cuentan dos millones.
Pero sí es cierto que un día terminará su eterno peregrinar. Dice la profecía que cuando Israel, el pueblo judío se convierta a Cristo, es decir reconozcan a Jesucristo como el Mesías, el Hijo de Dios, entonces vendrá el fin. Antes de la venida de Cristo sucederá este asunto portentoso, y sólo entonces, el judío errante, el pueblo judío dejará de correr por todos los caminos de la tierra.


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