“La primera vez que me transforme fue en la montaña de Couso. Me
encontré con dos lobos grandes con aspecto feroz. De pronto, me caí al
suelo, comencé a sentir convulsiones, me revolqué tres veces sin control
y a los pocos segundos yo mismo era un lobo. Estuve cinco días
merodeando con los otros dos, hasta que volví a recuperar mi cuerpo. El
que usted ve ahora, señor juez. Los otros dos lobos venían conmigo, que
yo creía que también eran lobos, se cambiaron a forma humana. Eran dos
valencianos. Uno se llamaba Antonio y el otro don Genaro. Y también
sufrían una maldición como la mía. Durante mucho tiempo salí como lobo
con Antonio y don Genaro. Atacamos y nos comimos a varias personas
porque teníamos hambre.”
Manuel Blanco Romasanta, CAUSA Nº 1778: CAUSA CONTRA HOMBRE LOBO, JUZGADOS DE ALLARIZ (ORENSE).
Manuel Blanco Romasanta es considerado, por sus crímenes y por la
alarma social que llegó a causar, el primer asesino en serie español.
Romasanta poseía un físico peculiar, pues era muy bajito aunque era un
hombre atractivo con un poblado bigote. Su caso es curioso porque la
justicia española lo reconoció como hombre lobo.
Romasanta se ofrecía en su medio rural para acompañar a sus
convecinos, con la excusa de que los iba a colocar a servir en buenas
casas, o les esperaba escondido en el bosque para asaltarles. La mayor
parte de sus víctimas fueron mujeres y niños. Era buhonero y viajaba de
aldea en aldea para vender sus mercancías.
Mataba a sus víctimas con sus manos desnudas y a dentelladas, las
desnudaba y les quitaba todas sus pertenencias y ropas para venderlas
luego y sacar un rendimiento. Luego comía de los cadáveres. Informaba a
los familiares de que la presentación había ido muy bien y falsificaba
cartas de las mujeres en las que aseguraban que estaban muy bien y que
estaban muy agradecidas al buhonero por haberlas recomendado. Sus dos
primeras víctimas fueron Manuela Blanco, de 47 años, de un pueblo
cercano, y su hija Petra, de 6 años, a quienes asesinó en 1846
(Anteriormente se sospechó de él en el asesinato de un alguacil cerca de
Ponferrada, aunque nunca llegó a probarse). Manuela se había separado
de su marido y quería empezar una nueva vida lejos del pueblo. La captó
con la excusa de que le había encontrado trabajo en casa de un cura.
También engañó y mató con la misma excusa a la hermana menor de Manuela,
Benita, de 31 años, y a su hijo, Francisco, de 10 años.
Sospecharon de él porque dos hermanos de las mujeres asesinadas se
dieron cuenta que una mujer llevaba puestas prendas de las
desaparecidas. Cuando se enteraron de que se las había vendido Romasanta
le denunciaron a la Guardia Civil.
Fue procesado en 1852 y aunque en principio fue condenado a muerte,
se le conmutó la pena por cadena perpetua. En el juicio declaró que se
convertía en lobo y que por eso mataba y que solía atacar con otros dos
hombres lobo, Antonio y Don Genaro. Este último tenía dificultades para
conservar la forma de hombre lobo, pero en cambio era el más voraz.
Durante el juicio le examinaron seis médicos, cuatro de medicina
general y dos cirujanos, que concluyeron, pese a los esfuerzos de su
abogado defensor para que le declararan loco, que “Manuel Blanco no es
idiota, ni loco, ni monomaniático, ni imbécil y es probable que si fuera
más estúpido no fuera tan malo. No hay en su cabeza ni en sus vísceras
motivo físico que transforme el equilibrio moral, ni el más mínimo
vestigio de haber perdido jamás la razón, pero sí la bondad”.
Los estudios actuales sobre los casos de licantropía se inclinan a
pensar que son esquizofrénicos paranoides que tienen delirios en los que
creen que se transforman en hombres lobo. En aquella época, el siglo
XIX, y en el ambiente rural gallego, lleno de supersticiones y creencias
mágicas, se le concedió a Romasanta el beneficio de la duda y su causa
se llamaba oficialmente “Causa 1788, del hombre lobo”.
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