Corría el año 1915, en un pequeño y tranquilo pueblo de Hungría los
vecinos entran en una casa que ha quedado sin dueño, ya que éste ha
muerto en la guerra. En el patio hay un montón de barriles metálicos de
gasolina, pero vienen con sorpresa, cada uno de ellos contiene el
cadáver de una mujer conservado en alcohol…
Bela Kiss era un hombre atractivo que, como Landrú, supo ganarse a
las mujeres. Se estableció en el pequeño pueblo de Czitonka (Hungría)
con su mujer e inmediatamente ambos conquistaron a la gente del lugar.
Contrató a dos criados que dormían en sus propias casas por expreso
deseo del señor y que hablaban maravillas de su trato con ellos, aunque
reconocían que tenía gustos “raros” y era poco hablador.
Inesperadamente, su mujer, quince años menor que él, le abandonó por un
pintor. Los criados encontraron a Kiss llorando con la carta de su
mujer, María, en la mano.
Al poco tiempo empezaron a llegar barriles metálicos a la casa de
Kiss. Nadie sospechó. El hombre contó que estaban llenos de gasolina
porque temía que hubiera escasez. Kiss empezó a matar con 40 años.
Contrató a un ama de llaves, la señora Jakubec, y luego empezó a
relacionarse con mujeres que aparecían y desaparecían de su vida como
por encanto y que traía de Budapest, a donde viajaba ocasionalmente por
negocios. Era un seductor nato que leía vorazmente y entendía de
literatura, arte e historia. Vivía de rentas: de las rentas de las
mujeres que asesinaba.
Cada vez que una nueva mujer llegaba a casa de Kiss, el ama de llaves
recibía orden de no ir por unos días a la casa. Paralelamente, el
número de bidones seguía creciendo y hubo unas cuantas denuncias de
desapariciones en Budapest.
Hubo un sospechoso de las desapariciones de mujeres, un tal Hoffman, que se esfumó sin dejar rastro. Cuando estalló la guerra, lo reclutaron a pesar de que alegó una enfermedad del corazón. Los médicos demostraron que era falsa.
Casa de Bela Kiss y algunos de los bidones donde se encontraron los cadáveres |
Poco a poco se fue aclarando todo: el desaparecido Hoffman no era
otro que Bela Kiss, que había mantenido correspondencia con 19 mujeres
solitarias para informarse de su posición económica, su situación
familiar y conquistarlas. También se descubrieron los cuerpos de María,
la esposa de Kiss, y su amante, Paul Bihari, en el sótano de la casa.
De Budapest llegó la noticia de que Bela Kiss no había fallecido en
la guerra, sino que había desertado. Se sospecha que huyó a Nueva York.
Nunca más se supo de él.
21 cadáveres en apenas dos años, aunque el número de asesinatos
podría ser mucho más elevado ya que se sospecha que fue el autor de
otras muchas desapariciones que quedaron sin respuestas y sin cadáveres.
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