Una tarde de julio de 1918, Elsie Wright y su prima
Frances Griffith, fotografiaron hadas en su jardín, en el pequeño
pueblecito de Cottingley, en Bradford (Yorkshire). La Inglaterra de
aquellos años lo tomó con cierta reticencia, el apoyo del insigne
escritor y espiritista, Sir Arthur Conan Doyle, acabó por convencer a
gran parte del público… En estos acontecimientos se basan las peliculas
“Fotografiando Hadas” y “Cuento de Hadas”.
La historia empezó asi: …erase una vez….
La historia empezó asi: …erase una vez….
…Una calurosa tarde de julio, Elsie Wright pidió prestada a su padre
la cámara fotográfica Migd de placas, para hacerse unas fotografías con
su prima Frances junto al arroyo que había en el fondo del jardín.
Quería enviárselas a una prima suya y el señor Arthur Wright, padre de
Elsie, se la prestó.
Cuando el señor Wright reveló las fotografías
descubrió que aparecían unas extrañas manchas blancas que se anteponían
al rostro de Frances. Cuando le preguntó a Elsie qué creía que podía
ser, ésta aseguró que eran sus amigas las hadas. Arthur se rió con la
ocurrencia y las arrinconó pensando que las manchas podrían ser hojas o
papeles arrastrados por el viento.
Transcurrido unos días, ya en el mes de agosto, la
cámara fotográfica volvió a manos de las niñas y de nuevo el señor
Wright se sorprendió al encontrar otra mancha blanca en el clisé. En
esta ocasión, se veía a Elsie junto a lo que parecía ser un duende.
Convencido de que las niñas pretendían tomarle el pelo, les prohibió
volver a hacer uso de la cámara.
Polly, recordó entonces las extrañas fotografías de su hija y sobrina, y lo comentó ante algunos asistentes que pronto tomaron interés en verlas.
En el Congreso de teosofía que se celebró
poco después, dos de aquellas fotografías de hadas fueron pasando de
mano hasta que Edward Gardner, uno de sus miembros más destacados, las
consideró de vital importancia y llevó a la prensa para su publicación.
A la sazón, Gardner, que veía en el revelado de Arthur Wright poca
calidad, creyó conveniente sacar nuevos negativos de los originales, y
se los llevó al fotógrafo Fred Barlow, para que hiciera de ellas copias
más claras y limpias. Fue entonces cuando, de verdad, se empezó a hablar
de las hadas de Cottingley.
Sir Arthur Conan Doyle, padre del famoso personaje
de ficción, Sherlock Holmes, tomó interés en hacerse con las fotos y
tras conseguirlas, escribió un artículo en el Strand Magazine, tratando
el asunto de las hadas. La discusión, había comenzado en las calles.
Al principio, sir Conan Doyle, desconfiaba de las
fotografías y por ello se las enseñó a sir Oliver Lodge, gran autoridad
en las investigaciones psíquicas En Gran Bretaña, que las consideró un
truco. Para él, aquellas figuras no eran más que “bailarinas vestidas de
hadas.
Uno de los argumentos de los investigadores que tuvieron acceso a las
fotos, y que negaban que pudieran ser ciertas, era el extraordinario
parecido que tenía el peinado de las supuestas hadas con las modas
parisinas del momento.
Sin embargo, para aquellos que las consideraban
auténticas, el hecho de que las figuras aparecieran movidas, demostraban
que las criaturas estaban vivas en el momento en el que se
impresionaron en el clisé. La empresa de fotografías, Kodak, decía que los clisés habían sido
retocados por un hábil falsificador, pero para Conan Doyle, que visitó a
la familia Wright, ya no cabía duda de que eran ciertas, a tenor de lo
respetable y honesto que le habían parecido los señores Wright. Entre
defensores y detractores, la balanza se inclinó a favor de los primeros y
la prueba de la existencia de los “espíritus de la naturaleza”, quedaba
demostrada con estas fotos.
Pero los detractores seguían siendo muchos y por
eso Gardner entregó a las niñas, en agosto de 1921, unas cámaras
fotográficas, con sus placas correspondientes, con la que realizar
nuevas impresiones de las hadas. Elsie y Frances recibieron del teósofo
un cursillo completo sobre profundidad de campo y tiempo de exposición, y
la caza de elementales volvió a empezar. Pero lo que las niñas no
sabían, era que las placas tenían marcas secretas, que impedirían
cualquier truco o sustitución.
A los pocos días, Gardner recibió una carta de la señora Polly
Wright, en la que decía: “El tiempo estuvo nublado y brumoso toda la
mañana y no pudieron tomar fotos hasta la tarde, cuando se disipó la
niebla y salió el sol. Así que las dejé y fui a tomar el té con mi
hermana. Cuando volví quedé bastante desilusionada: sólo habían podido
fotografiar a dos hadas”.
Las fotografías fueron de nuevo publicadas en el Strand Magazine, y
la polémica volvió a reabrirse. Muchos afirmaban que las fotos no podían
ser ciertas pues en ellas se veía a la “gente menuda” con un vestuario
demasiado estereotipado. Gardner, en cambio, les replicó diciendo que
las hadas de la tradición y las hadas observadas mediante la
clarividencia aparecían siempre con las mismas vestiduras. “Lo
sorprendente –Afirmaba- Sería que fueran diferentes”.
Para el investigador de los temas
psíquicos, sir Oliver Lodge, el asunto estaba claro. En cierta ocasión,
afirmó: “sin acusar a nadie de fraude, la hipótesis más simple parece
ser que una niña imaginativa, jugando a fingir y simular, pudo secundar
inocentemente la fantasía de sus amigas realizando figuras creadas por
ella, si es que tenía la habilidad, y esas figuras quizá fueron luego
fotografiadas.”
El razonamiento de Lodge no parecía estar muy desacertado. Con el
tiempo, se llegó a saber que Elsie, estuvo trabajando en un estudio de
fotografía, por aquella fecha, y precisamente falsificando fotos por
encargo. Pero el discurrir de los años vino a añadir nuevos
interrogantes sobre la autenticidad de las imágenes.
En los años 1971-1976,
el asunto de las hadas de Cottingley volvió a resurgir, casi con la
misma intensidad a como lo hiciera en la época en que fueron tomadas las
fotos.
En una entrevista concedida a la BBC-TV, en 1971, Elsie, ya una
anciana, declaró que las fotografías eran auténticas aunque ella no
podía afirmar sobre la Biblia que las hadas estuvieran realmente allí,
pero a principios de los años ochenta, el editor del periódico The British Journal of Photography, Geoffrey Crawley, publicó un artículo en el cual se afirmaba que Elsie y Frances habían confesado finalmente al periodista Joe Cooper, que al menos cuatro de las fotografías habían sido trucadas.
pero a principios de los años ochenta, el editor del periódico The British Journal of Photography, Geoffrey Crawley, publicó un artículo en el cual se afirmaba que Elsie y Frances habían confesado finalmente al periodista Joe Cooper, que al menos cuatro de las fotografías habían sido trucadas.
Muchos defensores de las fotos, afirmaron que esta declaración fue
debida a que las dos mujeres habían recibido demasiadas presiones de la
gente durante mucho tiempo, y que ese fue el motivo de la negación.
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