Monstruos jurásicos
Científicos de la Universidad de Oslo (Noruega) han desenterrado en
el suelo helado de la isla de Spitsbergen, cerca del polo Norte, los
restos de un gigantesco reptil marino que ha sido bautizado como Predator X. Todos los datos apuntan a que se trata del gran depredador más peligroso que ha existido en el planeta.
Analizando más de 20.000 fragmentos de su esqueleto, los
paleontólogos han llegado a la conclusión de que el animal era un
pliosaurio jurásico de 15 metros de envergadura, pesaba 45 toneladas y su cabeza doblaba en tamaño a la del Tyrannosaurus rex. Además, en su mandíbula contaba con dientes de más de 30 centímetros de largo y su mordedura era diez veces más potente que la de cualquier animal moderno.
En cuanto a su cerebro, los escáneres revelaron que era pequeño y
alargado pero especializado para convertir al reptil en una auténtica “máquina de matar”. En definitiva, el pliosaurio era “el terror de los mares jurásicos” hace más de 140 millones de años, capaz de tragarse de un solo bocado un animal del tamaño de un coche.
Una gamba terrorífica
Un equipo investigador de la Universidad de Uppsala
(Suecia) ha descubierto un animal predecesor de los artrópodos,
bautizado Hurdia victoria, que fue un “temible depredador” marino hace
entre 540 y 500 millones de años.
Los científicos, dirigidos por Allison Daley, explican hoy en la
revista estadounidense “Science” que este gran animal y sus primos
cercanos, todos de la familia de los anomalocarídicos, dominaron los
mares del periodo Cámbrico y se comieron a buena parte de sus
habitantes.
Los anomalocarídicos, entre los que se encontraba el anomalocaris,
eran animales de gran tamaño y bocas dentadas y se conocen por el
sobrenombre de tiranosaurios rex del Cámbrico.
Anomalocaris y hurdia victoria forman parte, probablemente, del
origen del linaje evolutivo de los artrópodos, el gran grupo que abarca
insectos, crustáceos, arañas, miriápodos y quilópodos.
Los primeros fósiles del Hurdia victoria se descubrieron hace cien
años, pero los trozos de sus restos llegaron a clasificarse dentro de
hasta ocho grupos animales, incluidos los crustáceos, las medusas y los
pepinos de mar.
En la década de los 90 se encontraron nuevos
especímenes en Canadá y ahora los investigadores han podido completar
el puzzle y descubrir que los distintos restos forman parte de una
única y desconocida especie: Hurdia victoria.
Su cuerpo es segmentado, en su cabeza tiene dos garras espinadas y
una estructura de mandíbula circular con muchos dientes y posee
branquias.
“La mayoría del cuerpo está cubierto por las branquias, que
probablemente eran necesarias para que un animal tan grande y activo
nadador obtuviera oxígeno”, explica la responsable de la investigación,
Allison Daley.
El rasgo novedoso y misterioso de esta especie es el gran caparazón
de tres partes que nace de la zona delantera de su cabeza hacia el
exterior.
“Esta estructura no se parece a ninguna otra observada en otro fósil o en los artrópodos vivos”, afirma Daley.
No hay comentarios:
Publicar un comentario