sábado, 26 de noviembre de 2011

Perros y medicina.


En el artículo de hoy quiero hablarles de un hecho insólito. Y no por que tenga connotaciones preternaturales, sino por quienes y como se está llevando a cabo.
Quizás ustedes conozcan alguna historia sobre la capacidad de predecir la muerte que parece ser tiene ciertos animales. Felínos y cánidos copan esta suerte de relatos – quizás exista uno de estos en su pueblo o inmediaciones -.
¿Y qué me dicen de esos otros relatos que afirman que estos mismos animales parece ser que pueden detectar ciertos tipos de males, por ejemplo tumoraciones?

Pues bién, de eso les voy a hablar.
Conocidos como bio-perros, entrenados específicamente para revolucionar la medicina mediante su sentido del olfato, un grupo de canes – con un monísimo chalequito rojo – puede revolucionar el campo de la medicina.
Daisy, una labradora de 7 años de edad, se pasa horas olfatea que olfatea,  hasta que llegado un momento – como por santigracia – se detiene. Significando el hecho que ha encontrado algo.
La muy perra  (y perdonen el chiste), sabe perfectamente que cuando encuentra ese algo será deleitada con una chuchería.
Ajena a la situación, Daisy, cree participar en un simple juego, pero lo que ella hace implica a toda la humanidad por entero, pues  huele  las muestras de un hospital, y ha aprendido a reconocer la única que proviene de un enfermo con cáncer.
Todos sabemos que los perros tienen el olfato mucho más desarrollado que los humanos – se dice que hasta 100.000 veces mejor – y su rastreo es tan eficaz que lleva muchos años utilizándose con fines para la humanidad. Verbigracia, rescates de personas en catástrofes naturales o – de forma más cercana al caso que nos ocupa – detección de drogas y explosivos.
Los cinco perros del estudio californiano -tres labradores y dos portugueses de agua- fueron entrenados para detectar dichos químicos de manera similar al entrenamiento que reciben los canes que detectan bombas.
El estudio, dirigido por el científico Tadeusz Jezierski (bravo por él), involucró a 55 personas con cáncer pulmonar y 31 con cáncer de mama, todos confirmados con biopsias recientes, pero que aún no iniciaban la quimioterapia.
En laboratorio, los perros debían oler tubos especiales en los que se habían capturado exhalaciones de los pacientes para distinguirlas de las de un grupo control integrado por 83 personas sanas. Por cada paciente, se tomaron entre cuatro y 18 muestras.
Los perros lograron identificar las muestras de pacientes con cáncer con un promedio de 71% de certeza, incluso frente a tumores en etapa muy inicial. Cosa esta que rompe cualquier azar, dado lo elevado del porcentaje.
¿Puede entonces diagnosticar un perro un cáncer?
A principios de este año, tal investigación (alemana) concluyó que los perros podían oler el cáncer de pulmón a partir de muestras de aliento de los pacientes. Una cosa que siempre había estado relegada a los cuentos de viejas y cosas de locos, ahora es una realidad.
Se cree que el cáncer produce sustancias químicas volátiles que los perros pueden oler , lo que podría tener consecuencias claves para el diagnóstico precoz de la enfermedad.
Quizás me decepcione que tales progresos se empleen para la construcción de una nariz electrónica que sea capaz de detectar los volátiles de las tumoraciones. Aunque por otra parte, si usted está familiarizado con las teorías del Dr. Hamer, me alegra saber que los cánidos pueden detectar un cancer del que no seamos conscientes y – aventurandome más allá – poder ser parte del tratamiento del mismo.

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