martes, 20 de septiembre de 2011

Continentes perdidos de la mano de Dios


 Continentes perdidos de la mano de Dios

En el siglo V a.C., el filósofo griego Anaxágoras expresó la creencia de que "otros hombres y otras especies vivientes" ocupaban una especie de antitierra que recibía la luz de su propio sol y luna, y cuyos habitantes "al igual que nosotros mismos, poseen ciudades y fabrican objetos ingeniosos". El filósofo ubicó su antitierra en la carátula opuesta de su universo chato y discoidal. Los fragmentos que sobreviven de su tratado Sobre la Naturaleza no cuentan si Anaxágoras pensaba que podía haber contacto entre los seres inteligentes de ambos mundos, pero a miles de kilómetros de la cuenca mediterránea, otro grupo de pensadores habían desarrollado una cosmología parecida y la habían integrado a su religión.

Los Puranas, un resumen de la mitología, filosofía y ritos del hinduismo, nos hablan de los dwipas como parte de sus creencias cosmológicas. Estos niveles de existencia consisten de siete continentes, a saber: Jambu, Plaksha, Shalmali, Kusha, Krauncha, Shaka y Pushkara, con sus respectivos mares, montañas y habitantes.

Resulta difícil, sin embargo, separar lo claramente metafórico, como los mares de "zumo de caña y mantequilla licuada" que rodean algunas de estas tierras metafísicas de aquellas que están basadas más sólidamente en la realidad. Algunas de las provincias en las que está subdividida el dwipa de Jambu, por ejemplo, parecen corresponder con el subcontinente indio, cercado por las montañas Himadri (Himalayas) al norte y el Gran Mar Salado (el Indico) al sur. Más allá de estos confines, los demás parecen fundirse con la irrealidad que hemos asociado en la mitología occidental con Lyonnesse, Tirn-Na-Og, la isla de Avalon y la isla de San Brandán.

El concepto de los dwipas  fue dado a conocer en occidente a fines del siglo XIX por los trabajos de la Sociedad Teosófica, alimentado por el interés general en lo asiático y oriental que caracterizó dicha fase de la historia. "La opinión de muchos hoy en día," declara Charles Johnson, F.T.S., en el ejemplar de abril de 1889 del boletín teosófico The Path, "es que los mitos casi grotescos y las descripciones geográficas y astronómicas contenidas en los escritos religiosos...son en efecto alegorías deliberadamente construidas por los sabios de la antigüedad que deseaban ocultar...las verdades sagradas que tan sólo podían darse a conocer en los recintos de sus templos".

En la década de los '60, el escritor y científico francés Jacques Bergier se interesó por los mundos metafísicos del hinduismo, creyendo que podía haber algo de cierto en ellos según los principios de la matemática moderna. Bergier apuntó que las "superficies de Riemman" están compuestas por cierto número de capas que no están encima de la otra y ni siquiera lado a lado de las otras - las capas sencillamente coexisten. Es casi seguro que Bergier simplificaba el asunto para los lectores inexpertos, pero la conclusión matemática era que el espacio es mucho más complejo de lo que aparenta

"Si la tierra es una de estas superficies," escribe Bergier, "por fantástico que pueda parecer, resulta posible que existan regiones desconocidas que son por lo general inaccesibles y que no aparezcan en ningún mapamundi o globo terráqueo. No sospechamos de su existencia, al igual que no sospechamos la existencia de los microbios, o de la radiación invisible del espectro, antes de haberlas descubierto". (Viseé pour autre terre,  Albin Michel, 1974).

¿Acaso encontró el iconoclasta Bergier la manera de justificar las creencias de tanto  ¿Existen, de)Anaxágoras como los escribas hindúes que redactaron los Puranas?  veras, "espacios dentro de nuestro espacio" que se desarrollaron independientemente del nuestro, tal vez accesibles sólo por lo que conocemos como puertas dimensionales, arrugas en el espacio-tiempo, y otras descripciones?

Por inverosímil que pueda parecer semejante posibilidad, explicaría las creencias ampliamente difundidas en el folclore mundial sobre lugares en que se puede entrar pero no salir jamás, o que pueden visitarse en ciertas épocas del año o cada cuantos años. Las ciudades fantasmales visibles desde el glaciar de Muir en serán espejismos no de ciudades de)Alaska, explicadas como efectos ópticos, ¿ nuestro mundo, sino de urbes cuyos habitantes "fabrican cosas ingeniosas", como dijo Anaxágoras hace siglos?
           

No hay comentarios:

Publicar un comentario